Rolando prometió el Gran Parque de La Plancha, y no lo cumplió
Destinó $130 millones para convertir La Plancha en el "Central Park" yucateco, pero no movió un dedo, el lugar sigue siendo un cementerio de trenes. Quién sabe que hizo con ese dinero
Fuente: BOLETÍN

Los ciudadanos deben estar más que enojados con el peor gobernador que ha tenido Yucatán, Rolando Zapata Bello, pues a la gigantesca lista de irregularidades detectadas en su fallida administración se suma que abandonó el proyecto del Gran Parque de La Plancha, que anunció con bombo y platillo, y jamás concretó, pero el presupuesto sí lo gasto.

A principios de año Zapata Bello presumía que por fin se haría realidad el sueño de los vecinos del centro de Mérida de convertir el cementerio de trenes de La Plancha es un inmenso pulmón verde, al estilo “Central Park”.

El entonces mandatario aseguró que invertirían más de 130 millones de pesos para la limpieza permanente, rehabilitación y restauración de la ex estación de ferrocarriles y para construir las zonas de cultura y artes que albergarían a la Universidad de las Artes de Yucatán.

Absolutamente nada de eso hizo, se burló de los yucatecos que confiaron en que cumpliría su palabra y que esperaban que se hiciera realidad su sueño: contar un espacio público con grandes árboles donde pudieran convivir las familias.

La cruel realidad es que La Plancha sigue siendo un cementerio de ferrocarriles, y está muy lejos de convertirse en el “Central Park” de Yucatán.

El plan consideraba un área verde con árboles que ofrecieran sombra a los usuarios y un jardín etnobotánico con plantas endémicas de la región, el cual proporcionaría un paisaje que retoma la selva tropical. De esta manera, se iba crear un punto de encuentro y se iba contribuir a disminuir los efectos del cambio climático. Todo fue un espejismo.

Como todos saben, desde hace muchos años los vecinos rogaban a todas las autoridades que convirtieran ese gigantesco espacio en un parque; Ivonne Ortega y Angélica Araujo Lara dijeron de dientes para afuera que lo iban a hacer, sin embargo, nunca movieron un dedo.

Rolando Zapata se comprometió a hacerlo, pero únicamente le tomó el pelo a la gente, eso sí, el dinero presupuestado para el parque sí se gastó. Hoy La Plancha sigue siendo un lugar inútil, cerrado, lleno de maleza, donde se oxidan toneladas de fierro viejo que no sirve ni como chatarra.