No cabe duda que la llegada de Uber (y las demás plataformas) a México ha traido puras cosas buenas, pues antes de su arribo a nuestro país los añejos sindicatos de taxis tenían el monopolio del servicio privado de transporte, y por eso hacían lo que querían, prácticamente era un favor que te llevaran a tu destino, y además te cobraban un ojo de la cara.
Quién no recuerda las clásicas respuestas que daban los taxistas cuando le pedíamos un servicio en la calle: “no voy para allá”, como si les estuvieramos pidiendo un aventón, como si no cobrara por el traslado.
A cuánta gente no hicieron esperar muchísimo tiempo los taxistas cuando hablabas por teléfono a la central para pedir un servicio; en ocasiones nunca llegaban a recogerte.
Cómo olvidar cuando nos subíamos a los taxis y eran carros viejos, destartalados, y los conductores prepotentes, groseros, sin un gramo de educación (claro, con honrosas excepciones).
Los ciudadanos estábamos obligados a pagar por un servicio muy malo y muy caro porque no teníamos opción; pero todo cambió con la llegada de las plataformas tecnológicas que nos permiten desde nuestro celular solicitar el servicio de transporte privado, el cual es barato, efectivo y de excelente calidad.
Si bien es cierto que la revolución comenzó con Uber, también es verdad que hoy en día existen otras empresas con el mismo esquema de servicio, el cual es avalado por los ciudadanos.
Qué cómodo es pedir un servicio desde tu celular: el vehículo llega a recogerte en cinco minutos aproximadamente, nunca te dejan mal; los coches están limpios, son nuevos, los conductores están bien arreglados, son educados, fueron capacitados para realizar ese trabajo.
A todo eso hay que agregar que las plataformas significan ingresos extras para decenas de miles de familias en México, todo eso sin comprar costosas placas.
De manera tal, que un coche puede mantener a una familia entera, en tiempos muy difíciles para economía mexicana, ya que es difíciil encontrar trabajo en una empresa.
De esta forma, muchas personas que estaban desempleadas pueden ganarse la vida como choferes y mantener a sus familias; o bien, dedicar una horas a esta noble labor y ganarse unos pesos extras honradamente.
Por eso hoy te preguntamos ¿Qué servicio prefieres? ¿Los taxis convencionales o las plataformas de transporte?