Presidente del Poder Judicial se queja amargamente por la austeridad
Ayer que presentó su informe, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Ricardo Ávila Heredia se la pasó llorando por la austeridad en su presupuesto; pero eso sí, él gana 108 mil pesos mensuales
Fuente: REDACCION

Ayer que el presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado Ricardo Ávila Heredia presentó el Informe 2018 de la institución no dejó de lamentarse por la austeridad que enfrenta, y de la que todavía no se acostumbra.

En el que fue su primer informe como titular del Poder Judicial del Estado, Ricardo Ávila se la pasó llorando porque el Tribunal Superior de Justicia funciona con un presupuesto austero, acorde a los nuevos tiempos del país.

En su discurso de victimización, Ávila Heredia señaló que “superar las limitaciones presupuestales... es el claro reto que enfrentamos en el Poder Judicial del Estado de Yucatán”.

En el resto de su discurso, el magistrado presidente se refirió al cumplimiento de su trabajo y del trabajo de todos los empleados del Poder Judicial como si fuera algo extraordinario y como si no cobraran todos por realizar sus funciones.

Y es que el magistrado hace pocos meses (en enero pasado) tomó protesta como presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura y ya se está quejando que no le alcanza el dinero.

Vale la pena recordar que el presupuesto para el 2019 del Poder Judicial es de 590 millones de pesos; no olvidemos que el sueldo de este señor es de casi 108 mil pesos mensuales; mientras que los otros 10 magistrados cobran cada uno 92 mil 500 pesos al mes, todos con derechos a vales, viáticos, seguros, bonos, etcétera, por lo que sus ingresos lógicamente son más altos.

En otras palabras, en el sueldo de 11 personas se gasta poco más de un millón de pesos al mes, que salen de los bolsillos de los ciudadanos.

De nueva cuenta se nota la doble moral de los políticos, pues por un lado lloran que no tienen dinero para trabajar, por el otro cobran sueldazos que no ganarían jamás en la iniciativa privada.