No tienen freno los diputados locales de Yucatán, pues ayer en sesión de Pleno autorizaron crear la Contraloría Interna del Congreso de Yucatán, con lo cual aumenta la burocracia en el Poder Legislativo.

Esta contraloría significa que los diputados podrán colocar a sus cuates en estos cargos públicos, por lo que se incrementa el gasto corriente en el Congreso estatal. Ahí van a parar nuestros impuestos.

Según los legisladores, “esta contraloría garantiza que exista un órgano que evalúe las políticas económicas y administrativas, que prevenga cualquier acción contraria a la ley y que también permita calificar, junto con la sociedad, el actuar de este órgano legislativo”.

La realidad es que es pura faramalla, ya que nunca los integrantes de la citada contraloría harán algo en contra de las personas que los pusieron en el cargo.

Por decir un par de ejemplos: cuando era gobernador Rolando Zapata Bello ordenó a los diputados de la anterior legislatura designar a Mario Can Marín auditor Superior del Estado y a José Enrique Goff Ailloud, vicefiscal anticorrupción de Yucatán (hoy es Fiscal).

Desde ese entonces y hasta ahora ninguno de los dos ha encontrada nada malo en las cuentas de Rolando Zapata Bello, y es que existen casi 30 denuncias en su contra interpuestas por la actual administración estatal.

Es evidente que los dos sujetos citados jamás exhibirán a quien los puso en el cargo. Lo mismo pasará con la nueva contraloría interna del Congreso del Estado, será un elefante blanco más, que consume mucho dinero, pero no representa ningún beneficio, más que para darle chamba a los cuates.