La pandemia de Covid-19 crece de modo vertiginoso en Texas y otros estados y la enfermedad ha golpeado fuertemente allí a muchas comunidades. Un inquietante ejemplo de ello es lo que ha enfrentado la familia de Ron Barbosa, residente en Carrollton, al norte de Dallas, Texas.
De acuerdo al relato de la televisora local WFAA, todo comenzó el pasado 30 de mayo cuando la familia de Barbosa celebró una fiesta sorpresa. En ella, un familiar infectado de Covid-19, un sobrino de Ron que no sabía que portaba el coronavirus, interactuó con otros siete parientes y esparció entre ellos el virus. Esas siete personas se contagiaron y, a su vez, contagiaron a otros 10 familiares.
Así, en pocos días Barbosa contó 18 miembros de su familia infectados de Covid-19. Eso, cuenta él, pese a que sus parientes hicieron todo lo posible por mantener distanciamiento social durante esa reunión. De acuerdo a videos de la fiesta difundidos por la WFAA, los participantes no llevaban mascarillas, al menos durante parte de la reunión.
“No duró mucho, solo un par de horas… Pero durante ese breve tiempo de alguna manera los otros 18 familiares se infectaron de Covid-19”, dijo Ron a la WFAA.
Lo sucedido a esa familia revela los riesgos de una reapertura acelerada ante la pandemia, como la que se ha registrado en Texas y otros estados, pues personas asintomáticas pero portadoras del coronavirus pueden esparcirlo de modo intenso si interactúan con grupos numerosos de personas. El sobrino de Barbosa, por ejemplo, jugó golf con algunos familiares antes de acudir a la fiesta.
Las declaraciones del propio Ron, que no fue a esa reunión por considerarla él mismo de alto riesgo, implican que dentro de los propios grupos familiares habría desacuerdo sobre qué tanta interacción es segura en estos momentos y que, en realidad, la prudencia es lo recomendable. A nadie se le desea resultar contagiado.
El hecho de que tres de sus familiares que contrajeron Covid-19 están hospitalizados –su padre, su madre y su hermana, que lucha contra el cáncer de seno– añade un rudo dramatismo a la situación.
La mayoría de sus familiares enfermos se recuperan de la enfermedad y no enfrentaron síntomas críticos, pero Barbosa teme en especial por sus padres, de avanzada edad y que han estado casados por 68 años, pues su madre, Carole, ha estado cerca de tener que ser conectada a un ventilador mientras que su padre, Frank, está mucho más grave y se encuentra en cuidados intensivos.
“Mi padre pende de un hilo”, se duele Ron, máxime cuando las visitas a sus padres hospitalizados están restringidas. “Ellos están allí solos, sin ninguna familia… Es desolador”, dijo.